Desmotivación laboral. 9 errores que deberías evitar
¿Tienes una empresa? ¿Diriges equipos? ¿Eres seleccionador nacional de fútbol? Si es así, a estas alturas ya sabrás que la motivación de tu gente es una de tus principales labores. ¿Tienes claro cómo hacerlo bien?
En ocasiones podemos actuar con la mejor de las intenciones, pensando que estamos cumpliendo con nuestro cometido, pero nunca estaremos libres de caer en algunos errores que pueden causar el efecto contrario al deseado y provocar la desmotivación laboral que queríamos evitar.
En este post vamos a conocer algunos de los errores que pueden hacer que a tu equipo no le apetezca nada ir al trabajo cada mañana. ¡Comencemos!
-Pensar que las técnicas de motivación son universales.
Has empleado las mismas palabras con Fresnedo que con Cercedilla. Las mismas. Y mientras Fresnedo ha salido silbando de tu despacho, a Cercedilla se le ha derramado una sentida lágrima por el rostro. ¿Qué ha pasado?
Cada persona es diferente, y lo que funciona de maravilla con unos puede generar un efecto negativo en otros. Hay trabajadores que tienen un fuerte carácter y se motivan trabajando bajo presión (como Fresnedo); otros, sin embargo, pueden ser más sensibles y se derrumbarán si se sienten apremiados (el pobre Cercedilla…).
Además, recuerda que, aunque tengamos un carácter más o menos definido, las personas también cambiamos según nuestro estado de ánimo. Por ello, deberás encontrar las técnicas de motivación adecuadas, no sólo para cada persona, sino también para cada momento, y utilizarlas con inteligencia, sentido común y respeto.
-Estar obsesionado con la motivación.
¿De verdad no te parece excesivo irrumpir en la oficina cada media hora, megáfono en mano, gritando las frases motivadoras que acabas de encontrar en Google Images? ¿Y te sorprende que tu oficina se haya quedado vacía y se hayan mudado todos a otro edificio?
No seas pesado. A veces, menos es más. No es necesario estar todo el día pensando en motivar a los demás. Deja a tu gente tranquila e intervén sólo cuando sea necesario.
-Fijar metas demasiado lejanas o inalcanzables.
Está bien, es probable que tú pienses que conseguiréis vender 100 millones de suéteres para perritos de agua en 2025, pero puede que Fresnedo no piense seguir tanto tiempo en tu empresa como para comprobarlo.
Si vas a establecer incentivos por objetivos cumplidos, fija metas cercanas en el tiempo y que se puedan cumplir. De lo contrario, será como hacer un brindis al sol; nadie se los tomará en serio y no tendrán ningún efecto positivo.
-Creer que siempre se puede estar más motivado.
La motivación no es una bañera que puedas llenar echando cada vez más y más agua. Las cosas no funcionan así. Si una persona ya se siente motivada y está haciendo bien su trabajo, no hace falta que insistas más, pensando que si la motivas el doble, rendirá el doble (y si la motivas 10 veces más, ¿crees que trabajará 10 veces más?) Si eres demasiado pesado puedes convertir la motivación en hartazgo y conseguir lo contrario de lo que pretendes.
-Caer siempre en el pesimismo.
¿Tu técnica de motivación favorita es aparecer por la oficina vestido como una Parca, con guadaña incluida? Esta bien, puede ser hasta divertido, pero si utilizas el disfraz hasta para comunicar los despidos, puede resultar más que inquietante. Las palabras positivas pueden conseguir efectos cuasi milagrosos. ¿No has oído hablar del efecto Pigmalión?
-Ser irrespetuoso.
Este error ni siquiera debería estar en la lista -es una obviedad absoluta- pero no viene mal recordarlo, porque hay algunas personas que aún no lo tienen claro. Gritar, insultar y pasarse de rosca presionando no es motivación, es mala educación.
-Querer que tus técnicas de motivación funcionen al instante y con todo el mundo a la vez.
En la vida, todas las cosas requieren un proceso, y con la motivación no es diferente. Algunas personas reaccionarán de inmediato a tus incentivos. Otras necesitarán cambiar su forma de trabajar, y eso les requerirá tiempo. Ten un poco de paciencia y observa si las cosas mejoran o no. Pero no te quedes sentado delante de ellos mirándoles fijamente a los ojos. Eso también es bastante inquietante.
-Ser demasiado obsesivo con la motivación.
¿Has pasado la noche en vela pensando formas de conseguir que Cercedilla trabaje mejor? ¿Le has regalado un jamón pata negra y no ha funcionado? ¿Has comprado globos y contratado payasos para que le cuenten chistes y le hagan trucos, y sigue apático? ¿No has pensado que, a lo mejor, le sucede algo que no tiene que ver con el trabajo?
Aunque no lo creas, las personas tienen vidas fuera del entorno laboral en las que les suceden eventos que pueden afectarles. Cómo líder, tienes la responsabilidad de conseguir que tu gente se mantenga motivada, pero habrá lugares a los que no podrás –ni deberás- llegar. Si un miembro de tu equipo está pasando por un mal momento personal, sé comprensivo y no le atosigues.
-No hacer un seguimiento de cómo está funcionando la motivación.
Has decidido llevar a cabo ciertas acciones para motivar a tus empleados, pero no tienes ni idea de si están funcionando o no. ¿Crees que así puedes tener un control sobre lo que está sucediendo? Si no mides de alguna forma cómo están marchando las técnicas que motivación que has implementado, podrías encontrarte con que no sólo no están funcionando, sino que están ocasionando los efectos contrarios, y no te estarías dando cuenta de ello. Así que no te lo pienses dos veces y evalúa la efectividad de tus acciones.
Ahora que ya conoces algunos errores que pueden conducir a la desmotivación laboral, debes saber que dotar a tu gente de buenas herramientas tecnológicas que faciliten su trabajo será otra manera de evitar que se sientan apáticos. Una de ellas es Integria IMS.
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